martes, septiembre 23, 2008

Labrantíos, majuelos...

©2008 KIJOS

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Recuerdo nítidamente...
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Por entre las flores del manzano deambulaba tu sombra lentamente; mientras los árboles se rendían a tu impulso labriego, las manzanas crujían por entre tus labios y el parrón iba estirando sus acodos hacia el cerro. Semilla a semilla, los troncos iban prendiendo su trepada sobre las estacas, empujando la vid hacia el cielo. Ya en el segundo verano, sobre tus pulpejos, corrían las primeras gotas dulces de nuestras tiernas uvas.

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Antes ya y en secreto, recolecté los injertos de los cerezos, até las púas y las yemas junto a las raíces para cumplir la tradición; como me enseñaste, llevaremos el agua engañada para que se nutra el maitén y le caigan sus pocas gotas al futuro jazmín.

El año entrante esperaremos hasta las doce semanas, antes de la siembra, luego batiremos las alforjas y aporcaremos la tierra con los pies, apretando el suelo, mojándolo...

Ya compramos la madera para la terraza y los sarmientos se dirigen a ella con un lento vigor que daría para varias cuerdas. Si vieras el cerro, está lleno de maticos y le hemos dado con el podón al mallín ahí cerca del pimiento. El vivero está que se estira cada día por sobre el montículo y noche a noche el agua corre como que abunda.

Pondremos membrillos y por tres mas cuatro semanas, los pasearemos en arena mojada. Las frambuesas, como siempre, estarán al lado de los catrones y del panal. Cosecharemos como aquel verano...

Y hacia el parrón, para el próximo primer invierno, rebarbaremos a la altura del alambre y eliminaremos la feminela hasta la base. En la versaespaldera nos iremos por el bordel para evitar la helada, el granizo y el viento, de contrario nos secará las hojas y perderá la uva su agua, quedando sólo para mistelas...
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Y como cada noche le paso el casco a las astillas, las encuarto y separo las cortezas para la canoga. Este año viene que te la llena...
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Sabes papito, hoy he comprado un limonero para condimentar el dulzor de los días que vienen y un naranjo para atenuar lo ácido del nadir que corre, ellos verán otros inviernos y crecerán; traje también un Ginkgo precioso, casi un fósil. También unas violetas de los alpes y un magnolio de flores albas que guardará la entrada de la casa.

El castaño ya lo plantamos, justo el día en que tu línea frenó y comenzó a expandir. A la espera están el ciprés que me regalara tu hijo, una araucaria que trajimos del campo y una fragante salvia que me entregó la mami. El mañío que hoy planté, le dará sombra a tu memoria...


Ah, lo otro; somos felices. Y no comemos perdices...


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jueves, septiembre 04, 2008

Chuquillo...

©2008 KIJOS
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Padre, papito...
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