Horizontes...

©2008 RKM
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Pasaba ya de la medianoche, la puerta se abrió suavemente...

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Figuraba yo con una burbuja en el pecho, con más de horizonte que de vértice. Y por sobre el mundo ya resonaba profundo, el eco del último golpe que manaba desde mi vientre; fueron hasta doce. No eran latidos de sangre, sino espasmos de augurio. Llegabas...

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Como corría travesía sobre el pantano, se escuchaba el mar con retardo. Y se mezclaba el oleaje con el viento, en un sólo canto grueso, húmedo. La casa se mecía como temblando de ternura, los vidrios eran ya un mismo paño mojado y la luz de tus ojitos comenzaba a titilar; te dormiste en mis brazos como espuma de cielo estrellado.

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De esa noche, no amaneceré...

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La vida que sueño es de puros momentos juntos, uno al lado del otro, pegaditos todos. Cual sendero de risas, casi un puente de besos, como un camino que rodee tu cintura...

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Ese último día, antes de dormir a tu lado por más, cavaré mi cárcava junto a nuestro lecho. En la mitad del bosque crecerá entonces un pequeño árbol, que llevará mis sueños por raíces y en la primavera tendrá tu cabello por follaje. Crecerá con cada sol, con cada noche todavía; a su sombra nacerá de amor, la tierra...

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Lo que se vea en efecto no será secreto sin campanas, ni campanadas; ahí abrazaremos el nuestro por el centro, a una sola mitad. Y sobre la hierba, rodeados por tu cielo cardinal, desde el norte y el oriente llegarán tus manos. Vendrán por el aire, como danzando sobre tus deseos...

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